Monocitos: Para qué sirven y valores normales

monocitos

Los monocitos son un tipo particular de célula leucocitaria de tipo agranulocito, originada en la médula ósea, desde donde se dirige a los tejidos por medio del riego sanguíneo. Son un tipo de fagocito, es decir, un tipo de célula capaz de engullir a otra, pues, una vez ha llegado al sitio de la infección en el tejido implicado, madura y se convierte en un macrófago, rodeando a la célula infecciosa, fagocitándola (cubriéndola y envolviéndola), para luego destruirla. Constituyen entre un 5 y un 12% del total de los leucocitos de la sangre.

¿Para qué sirven los monocitos?

Los monocitos desempeñan un papel mixto, llevando a cabo dos funciones en la respuesta inmunitaria; una de ellas relacionada con el ataque a patógenos extracelulares y la otra referida al control de limpieza de células propias que han tomado la vía de la apoptosis (muerte celular programada):

  • Por un lado, representan la respuesta de punta de lanza de forma inmediata contra los patógenos, ya que pueden llegar rápidamente al sitio donde hay que combatir una infección.
  • Su polivalencia lo favorece, dándole capacidad para madurar de inmediato, diferenciándose rápidamente en un macrófago (tipo particular de célula fagocitaria), de forma de atacar y destruir lo más rápidamente posible al  patógeno, mientras este está recién llegando al lugar donde se establecerá para iniciar su infección.
  • También desempeñan otras funciones fundamentales en relación a la limpieza de los tejidos, pues digieren elementos extraños al cuerpo y los retiran o los destruyen, al igual que lo hacen con las células muertas que nuestro organismo constantemente reemplaza por otras más jóvenes.
  • Otra función complementaria que llevan a cabo los monocitos tiene que ver con la estimulación de la respuesta inmunitaria general de nuestro organismo, al ser uno de los tipos de células presentadoras de antígenos a los linfocitos T.
  • Una función accesoria de los monocitos, relacionada con su plasticidad celular, es que pueden funcionar como células precursoras de los osteoclastos, es decir, las células que originan al tejido óseo.
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¿Cuáles son los valores normales de los monocitos en un hemograma?

Al igual que para el resto de los valores sanguíneos del hemograma, existen intervalos que se recomiendan como patrón estándar para evaluar el nivel de monocitos en sangre. Los valores porcentuales considerados normales para la concentración de monocitos en sangre, oscilan entre 2 y 8%. Estos valores en unidades convencionales de concentración son como siguen:

  • En hombres, adultos, de 130 a 850 monocitos/µl.
  • En mujeres, de 130 a 850 monocitos/ µl.
  • En niños también se recomienda la misma concentración que en los adultos, 130 monocitos/ µl.
  • Valores más altos que dichos estándares recomendados no siempre están asociados con una enfermedad, siendo que algunas personas mantienen niveles altos de monocitos como una condición permanente, sin desarrollar síntomas de alguna patología.

¿Qué significado tienen los valores alterados de monocitos en un hemograma?

Al  fenómeno de incremento del nivel de monocitos en sangre por encima de los valores estándar reconocidos, se le conoce como monocitosis, pudiendo deberse a diversas causas y presentarse en niveles diferentes de alteración del patrón normal, indicando así la mayor parte de las veces el tipo de afección del que puede tratarse. La monocitosis puede darse en respuesta a enfermedades infecciosas, como la malaria o paludismo, la brucelosis o la endocarditis; también puede derivarse de enfermedades inflamatorias, como lupus eritematoso, artritis reumatoide o síndrome de Chron, o bien puede ser consecuencia de enfermedades hematológicas hereditarias o adquiridas, como linfomas, leucemias y neutropenias, aunque lo que mas frecuentemente causa la monocitosis no es otra cosa que una simple infección. Veamos algunas condiciones de salud que se manifiestan con elevaciones a distintos niveles de la concentración de monocitos en la sangre:

  1. Niveles entre 850 y 1000 monocitos/ µl. Se consideran valores no preocupantes, solo ligeramente elevados, que pueden haber sido ocasionados por una infección de origen reciente, que una vez tratada y superada logra bajar de nuevo los monocitos a valores sanguíneos normales.
  2. Niveles entre 1000 y 1500 monocitos/ µl. Se  consideran moderadamente elevados y originados seguramente como respuesta a una infección transitoria reciente o a una respuesta inflamatoria. Es común observar este nivel de valores en los casos de un virus de catarro común, un resfriado, la crisis derivada del ataque de un parásito intestinal, o también en casos de una inflamación relacionada a un accidente, como un esguince o una rotura ósea. Si se combina la monocitosis se combina con neutrofilia, se suele tratar más bien de una inflamación y no de un proceso infeccioso.
  3. Niveles elevados en exceso, en un intervalo entre 1500 y 4000 monocitos/ µl, lo que puede estar indicando casi inequívocamente que se trata de una enfermedad inflamatoria persistente o de carácter permanente, como la tuberculosis, la sarcoidoiosis y también la (mononucleosis o la enfermedad del beso). Si además, se presenta acompañada con niveles alterados de otros componentes leucocitarios, podríamos estar en presencia de alguno de los tipos de cáncer asociado a las células sanguíneas, o bien a leucemia.
  4. Cuando los niveles sobrepasan los 4000 monocitos/ µl, se considera que se han alcanzado niveles críticos, que regularmente vienen asociados a alguno de los tipos de leucemia, como la derivada del mal funcionamiento de la médula ósea en algunos ancianos, que les genera un cuadro de leucemia mielomonocítica, que puede llegar a elevar los valores de los monocitos a valores tan inmensos como 30000 monocitos/ µl.

Los niveles alterados de monocitos en sangre también son indicadores de la posibilidad cierta de algunas enfermedades, como:

  • Rikettsiosis
  • Brucelosis
  • Sarcoidoiosis
  • Endocarditis
  • Colitis ulcerosa
  • Mononucleosis
  • Tuberculosis
  • Sífilis
  • Malaria
  • Leishmaniasis
  • Citomegalovirus
  • Artritis reumatoide
  • Lupus eritematoso sistémico
  • Síndrome de Cushing
  • Neutropenia cíclica
  • Leucemia mielomonocítica crónica
  • Mieloma múltiple
  • Linfoma de Hodgkin

Otros factores no patogénicos que pueden generar toxicidad, muestran una respuesta del aumento anormal en la concentración de monocitos en sangre. Entre los agentes químicos que desencadenan este efecto tóxico, tenemos:

  • Disulfuro de carbono
  • Tetracloroetileno
  • Mefenotoína
  • Metosuximida
  • Haloperidol

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