Para el antropólogo Jack Goody, cualquier cultura que tenga una forma de plasmar claramente su paso por el mundo, especialmente mediante la escritura, tiene la posibilidad de volver la vista al pasado para encontrar allí modelos o inspiración de cara al porvenir. Es lo que los historiadores clásicos definen como un renacimiento de lo antiguo, y en esencia eso fue el Neoclasicismo en el siglo XVIII, intentar rescatar el legado de la civilización greco-latina para transformar la vida en todas sus formas y, especialmente, en las artes.
Basta revisar someramente los textos de los autores de la época para percatarse de que veían en la antigüedad una época de gracia y de entendimiento sin igual, de la misma manera lo harían sus artistas. Además, al enfrentarse al Antiguo Régimen e intentar construir sistemas republicanos, tal como el estadounidense que data de 1775, tenían que oponer sus propias manifestaciones de grandeza y elocuencia.
Luego de que los excesos del barroco saturaran las cortes y palacios del absolutismo en el siglo XVII, esta nueva generación veía este modelo con franca aversión. Su empeño se veía por las formas curvas, por rellenar cada pequeño espacio y saturar todo, para la juventud creadora eran manifestaciones de una mentalidad oscura y empeñada en mantener su dominio utilizando la opulencia más degradante. Frente a ello, se comenzó a edificar un estilo limpio que valoraba la simetría por sobre todo lo demás.
Contenido
Orígen
El arte debe ser entendido dentro de su determinado contexto histórico. Esta creciente obsesión por la pulcritud, la homogeneidad y la claridad no nacieron de la nada. El Neoclasicismo es la manifestación cultural de la Ilustración burguesa y tiene su origen en la pretensión de llevar el conocimiento humano a la cúspide del ordenamiento social. Es decir, fue un arte originado por la burguesía en su lucha social durante el siglo XVIII.
La búsqueda de inspiración en la antigüedad fue un ejercicio común en Europa, pero tuvo un repunte extraordinario luego de los hallazgos arqueológicos efectuados en 1749 por Jérôme Bellicard, los cuales llevaron a la publicación de su libro Observaciones sobre las antigüedades de la villa Herculano.
Dicho texto se convirtió en imprescindible para la formación de los nuevos arquitectos de Europa. Luego sobrevino una verdadera fiebre por las ruinas romanas y griegas, los estudiantes burguesas peregrinaban en masa para contemplarlas, estudiarlas y aprender de ellas.
Sin embargo, es necesario hacer una salvedad para delimitar verdaderamente bien el Neoclasicismo del siglo XVIII y diferenciarlo de otros intentos de rescatar el legado greco-latino, como el renacimiento del siglo XVI.
La principal diferencia reside en que los renacentistas buscaban en la antigüedad un modelo para conocer la naturaleza y al hombre como ser social. En ese sentido, fue un humanismo que renegaba de la teología medieval. En cambio, los neoclásicos iban todavía más lejos. Ellos querían que el ordenamiento político, jurídico y las artes mismas se sometieran a la racionalidad y pretendían que los griegos y romanos fueran los pueblos de la razón. Es decir, el pasado es punto de arranque para un programa mayor.
Neoclasicismo: el arte burgués
El neoclasicismo fue la corriente cultural de la burguesía que hizo oposición al orden absolutista en su búsqueda de poder, fue entonces un arte revolucionario, y por ende, de vanguardia. Se desarrolló en el siglo de las luces (siglo XVIII) y sus maestros fueron los miembros de la clase ilustrada que habían viajado para conocer las ruinas de la antigüedad, apegándose al ideal de una revolución que trajera consigo el mandato de la luz y la racionalidad.
Este plan revolucionario, consustancial al neoclasicismo, es tan grande que los propios artistas no hacen una distinción clara entre su acción creadora y su militancia. Este movimiento artístico es claramente burgués y sus creadores no guardan las apariencias al declamar su adhesión a la clase social que quiere ascender. Son varios los pintores, escultores, arquitectos y escritores neoclásicos que hicieron propaganda abierta en favor del proyecto político de la ilustración.
Asimismo, su arte cumple una funcionalidad, destacándose el utilitarismo. La belleza sigue siendo importante, pero también lo es la función pedagógica de una obra. Se eligen cuidadosamente temas sobre los héroes de la antigüedad, los grandes momentos de la historia o escenas que tienen por finalidad transmitir un mensaje moralizante. La idea es instruir al hombre, no solamente entretenerlo con preciosos colores, sino sembrar en él la semilla de la conciencia ciudadana.
También hay que acotar que los neoclásicos se vieron influenciados por una metamorfosis en la conceptualización del saber. Fue por estos años que las asociaciones gremiales dejan de ser lo vital para el artista y comienzan a operar las Academias de Bellas Artes.
Se produce así un cambio en la manera de formar los nuevos artistas, se sistematizan los saberes, se abren museos para el público general, y se publican libros sobre diseño y simetría. También se multiplican las instituciones de enseñanza de matemáticas y dibujo, esenciales para la arquitectura.
Características
Ahora bien, aunque cada creador tiene siempre su toque de individualidad, la pertenencia a un mismo proyecto histórico y la misma fuente de inspiración hizo que los diferentes neoclásicos tuvieran algunas características similares en sus obras. A continuación se reseñan algunas de las más importantes.
Cientificismo
Se cree ciegamente en el poder que tiene el conocimiento para redimir al ser humano, por ende, los miembros del movimiento neoclásico tienen un saber enciclopédico y una curiosidad por aprender cada vez más. En las artes esto se refleja en la profusión de elementos que remiten a la historia o a la mitología de los grandes pueblos antiguos.
Sobriedad
La pintura y la arquitectura neoclásicas reflejan solemnidad mediante una elegancia limpia y sin excesos. Entre tanto, la literatura cuida mucho del lenguaje y evita caer en arrebatos sentimentales, mientras que la escultura elige el frío color blanco del mármol como su signo distintivo.
Hay entonces un recogimiento frente al atiborrado barroco. Se entiende que la belleza reside en la armonía y no necesariamente en la profusión de elementos. Se procura no sobrecargar los espacios.
Preponderancia de la agenda moral
Las obras neoclásicas persiguen cumplir una agenda pedagógica y para ello hacen una adecuada selección temática. Abundan los temas de historia antigua, los grandes héroes y las personas reconocidas por sus valores morales. Mediante estos contenidos se quiere inspirar y hacer apología del bien.
Estatismo
Los cuadros se llenan de figuras inmóviles, lo mismo que las esculturas. Se tiene la idea de permanencia y de solemnidad mediante el gesto estoico. Por ende, no se dan grandes giros en la manera de conceptualizar el movimiento o la expresión.
Seguimiento de las normas clásicas
Los griegos y romanos dejaron un gran legado arquitectónico y una amplia variedad de esculturas en las cuales se destaca su cuidado por la simetría y por la verosimilitud anatómica. Pues bien, los neoclásicos van a fijarse en ese aspecto y lo van a elevar para caracterizar sus creaciones. La forma, la concordancia entre las tonalidades y el cuidado de la anatomía son exaltados por este movimiento.
Preocupación social
Los neoclásicos son orgullosos artistas de su tiempo. No rehúyen del tema social, ni obvian los acuciantes problemas de su sociedad. A diferencia del barroco, ensimismado en escenas palaciegas o de carácter sensual, los neoclásicos no dejan de pintar la realidad del mundo y de una ingente cantidad de personas atrapadas en las entrañas de la inequidad.
Un estilo académico
Los inicios de la masificación del saber artístico afectaron a este estilo como a ningún otro antes o después. Fueron los neoclásicos quienes dieron forma a las Academias de Bellas Artes y ellas les dieron una uniformidad que las anteriores generaciones no conocieron.
Disciplinas
El Neoclasicismo fue un intento de síntesis cultural, una vanguardia organizada para superar los viejos esquemas y traer una nueva forma de conceptualizar los espacios, las escenas, emociones y las letras, por ende, tuvo varias vertientes o disciplinas. Cada una de ellas forma parte del movimiento, pero deben ser reseñadas en su propia especificidad.
Literatura
Las obras de literatura escritas bajo este movimiento son muy cuidadas gramaticalmente, pero no redundan en preciosismos, ni en frases rebuscadas. El lenguaje denota cultura, pero con sencillez. De esta manera se intenta llegar a la mayor cantidad de personas. Los héroes de estos textos son hombres racionales, que no se dejan llevar por el fuego de las pasiones y resuelven sus vicisitudes apegándose al intelecto.
En estas obras el tema predilecto es el honor, el deber y la necesidad del ser humano de actuar mediante un código que le permita dominar sus apetitos. Por eso mismo se evidencia el retorno de la fábula como género de invaluable valor pedagógico, también se observa la profusión de ensayos para dar cabida a las opiniones sobre el género humano y su devenir.
Una obra maestra neoclásica es “Robinson Crusoe” del autor inglés Daniel Defoe, publicada en 1719. En este libro se relatan las hazañas de un náufrago perdido en una isla remota y cómo se las ingenia para sobrevivir en circunstancias adversas. Nuevamente, un hombre solo utiliza su mente para domesticar las fuerzas primigenias de la naturaleza.
Arquitectura
En esta disciplina se busca imitar a los griegos y romanos con mayor claridad. Se rescatan las columnas jónicas de los templos y los monumentos helenos, se utiliza con mayor profusión el mármol para las fachadas y se abandonan las curvas del barroco. Además, se privilegia la sencillez en los decorados interiores. Hay mejor orden en la disposición de los espacios, algo que seguro se debe al mayor conocimiento de las matemáticas y del dibujo de estos arquitectos.
De los romanos se rescató la bóveda y la espaciosa cúpula, parece haber una obsesión con aumentar el tamaño de los monumentos para acrecentar la potencia simbólica del régimen político que los financia. Esta arquitectura será la predilecta de las nacientes repúblicas americanas y también del Imperio Francés en su etapa napoleónica. Precisamente, se reciclan los arcos del triunfo romano como edificaciones que buscan exaltar al Estado.
Una de las grandes obras arquitectónicas de este periodo es la “Puerta de Brandeburgo”, en Berlín, esta edificación fue finalizada en 1791 y se inspira en la Acrópolis de Atenas. Fue construida para dotar de magnificencia a una de las entradas de Berlín, cuando esta ciudad era la capital del Reino de Prusia. Está flanqueada por figuras mitológicas de la antigüedad y coronada por un monumento a la Diosa Victoria.
Pintura
Aunque los neoclásicos pretenden crear un nexo de continuidad con Roma y Grecia, lo cierto es que habían pasado siglos desde el colapso de aquellas importantes culturas. Ninguna representación pictórica del mundo clásico logró sobrevivir a las inclemencias del tiempo y, por lo tanto, los pintores de este periodo tuvieron que ingeniarse con sus propias lecturas sobre la sobriedad y la simetría en su área.
Lo primero que hicieron los neoclásicos fue estudiar la anatomía de las estatuas griegas y retratarla en sus obras. Se cuidaban mucho de respetar la verosimilitud de la naturaleza, pero tendían al idealismo. Por lo tanto, en estos cuadros los héroes o personajes históricos virtuosos tienen una musculatura perfecta y una mirada solemne.
La luz en estos cuadros es clara y fría, para evitar cualquier atisbo de sensualidad. Tampoco se permitía que las pinceladas se notaran, prefiriendo una factura impecable. Los colores no eran muy vivos, pero se privilegiaba el dibujo y las proporciones entre los elementos de la composición. El fondo de la pintura hace referencia al pasado greco-latino o es demasiado sobrio para llamar la atención.
El eje temático de estas pinturas es la historia, la política y la mitología. Se suelen representar escenas del devenir nacional y grandes pensadores o líderes del proceso de cambio que trajo la Ilustración.
“La muerte de Marat” de Jacques-Louis David es uno de los cuadros insignes del neoclasicismo. La obra data de 1793 y representa de manera idealista el asesinato de Jean-Paul Marat, figura revolucionaria francesa y miembro del partido jacobino, quien fue apuñalado mientras tomaba un baño. De esa manera quedó inmortalizado en el cuadro recostado con los ojos cerrados, como un héroe trágico.
Escultura
Se vuelve con fuerza al estatismo y se abandona la teatralidad exagerada de las posturas. Igualmente, se prefiere que el mármol blanco impoluto se presente desnudo para que las obras no se contaminen o saturen de colorido. De hecho, con frecuencia se señala que las esculturas de este periodo son demasiado frías o académicas. No se cuida el realismo del gesto, pero si los detalles corporales.
Aunque siguen existiendo desnudos, se evitan los elementos sensuales o eróticos. También se observa una mayor cantidad de retratos de grandes hombres y pensadores, ya que se buscaba enaltecer la grandeza de los valores civiles de aquellos e invitar a la imitación de sus cualidades por parte del público en general.
También te puede interesar leer sobre el Dadaísmo.