Los estereotipos son atributos y características que se les asignan a las personas en una sociedad; pueden ser positivos o negativos, siendo estos últimos los que han sumado voluntades para romperlos o cambiarlos en beneficio de quienes salen perjudicados.
Los estereotipos, que pueden ser ciertos, falsos o exagerados, surgen y se asignan sobre la base de la información que la sociedad tenga, tomando como referencia las costumbres, la cultura, ideología, y toda una serie de ideas preconcebidas, y estableciéndolos como reales y verdades absolutas por estar fuera de esos parámetros considerados “normales” o “estándares”.
Existen estereotipos de género, de categoría social, económicos, profesionales, de nacionalidad, orientación sexual, procedencia, patrones de consumo, vestimenta, y muchos otros con los que se puede o no estar de acuerdo.
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¿Son buenos los estereotipos?
Se sabe que estereotipar es generalizar las ideas, características y atributos preconcebidos que se tengan de un grupo social; es trivializar lo que son las personas de acuerdo con su condición, cualquiera sea esta; todo lo cual nos lleva a pensar que los estereotipos son negativos, mientras se utilicen para calificar a alguna persona o personas por pertenecer a un grupo social determinado.
Sin embargo, se ha identificado que los estereotipos funcionan en el cerebro como una manera de simplificar la información, lo que ayuda a tomar decisiones pensando en lo que damos por verdadero o falso sobre persona o grupos sociales; es decir, es un mecanismo del cual se vale la mente para resumir el mundo de manera sencilla y poder dirigir la atención a otros aspectos que considere más relevantes.
Pero, si nos dejamos llevar por los estereotipos, lo más seguro es que nos equivoquemos, y resultemos quedando como ingenuos, simples y básicos en cuanto a la opinión que tengamos sobre los demás, y estaremos equivocándonos con frecuencia, sobre todo cuando hagamos referencias a características socioculturales.
Por ejemplo, cuando nos dejamos llevar por lo que dicen de los habitantes de una localidad no estamos considerando que se trate de un grupo muy grande como para concluir que es cierto; como los catalanes son tacaños, los franceses son elegantes o que los italianos son románticos.
¿Cambian los estereotipos con el tiempo?
La respuesta a esta pregunta es sí; pues así como el hombre cambia, evoluciona, migra, estudia, aprecia, se sensibiliza y sufre una serie de transiciones y variaciones, los estereotipos también cambian, y así como existen cientos de ejemplos de estereotipos, están aquellos que se van desdibujando con el tiempo.
Un ejemplo de estereotipo que ha quedado atrás, especialmente en la sociedad occidental, es el que etiqueta a las mujeres como las amas de casa y a los hombres como los que proveen los recursos para la manutención del hogar.
Hoy en día se sabe que más de la mitad de las mujeres que son madres son además profesionales o desempeñan algún trabajo fuera del hogar, con remuneración incluso por encima de la de su pareja, y que también existen hombres que han decidido hacerse cargo de la crianza de sus hijos mientras las mujeres se dedican a desempeñar una profesión bien remunerada.
Otro aspecto a considerar sobre los estereotipos es que además de influir sobre nosotros cuando formamos parte de un grupo social, los estereotipos nos etiquetan aun cuando no pertenezcamos a este sino que hagamos una mera interacción.
Por ejemplo, los estereotipos de las personas obesas así como los prejuicios generados por estos pueden llegar a afectar a sus familiares, a sus médicos y a su grupo de interacción, lo que conlleva a hacerlos sentir a todos excluidos e irrespetados.
¿Cómo se construyen los estereotipos?
Los estereotipos están en permanente construcción en la mente de las personas; suponiendo que estamos conociendo a alguien mediante una conversación sobre cualquier tema. Durante los primeros cinco minutos ya tenemos en la mente 90% de la idea o imagen sobre esa persona que difícilmente cambie; es decir, ya construimos un estereotipo que será muy difícil eliminarlo.
¿Te parece familiar la frase la primera impresión es la que cuenta? Es porque la apariencia es un elemento que tiene mucho poder en los estereotipos; por ejemplo, una persona limpia y bien arreglada proyecta una imagen de una “buena persona”, pero si vemos a alguien con ropa sucia y de aspecto descuidado, seguramente concluyamos que es un vago.
Otro factor importante que contribuye en la construcción de estereotipos son los medios de comunicación (prensa escrita, radio, televisión y cine), mediante las imágenes e ideas que constantemente aparecen en estos y que el público reproduce deliberadamente.
Por ejemplo, el estereotipo del villano de las películas que tiene ciertas características, o los estereotipos de la bruja malvada, de la dócil princesa, de la madrastra calculadora y fría, del jefe explotador y del trabajador desposeído.
Estereotipos más comunes
Existen cientos de estereotipos, sin embargo, los más comunes y a partir de los cuales se generan prejuicios que afectan socialmente son:
Los estereotipos de género
Asociados a patrones de conducta que indican la forma de pensar, actuar, relacionarse y sentir tanto de hombres como de mujeres; como, los hombres no lloran, todos son mentirosos; las mujeres no gritan, no juegan futbol, se dedican a la cocina, son dependientes, emocionales, etc.
Los estereotipos de grupo
Estos también son comunes, como por ejemplo, los ancianos son inútiles, son dependientes, improductivos, enfermizos y hablan más de la cuenta.
Estereotipos de clases sociales
Por lo general los estereotipos dicen que las personas de pocos recursos son ignorantes, delincuentes, irreverentes y rebeldes; mientras que los que poseen medios económicos son educados, pero prepotentes y arrogantes.
Cuidarnos de los estereotipos
Es bueno tener presente que los estereotipos pueden ser buenos, malos o neutros, y que las apreciaciones que tengamos de las personas o grupos sociales también nos alcanzan como individuos y por pertenecer a un grupo determinado.
Pero, como continuamente estamos haciendo estereotipos de las personas con las que nos relacionamos, lo mejor es no dejarnos llevar y caer en los prejuicios, los cuales suelen ser más perjudiciales que los estereotipos, y decidir no etiquetar sin conocer más profundamente a las personas.
La tolerancia es un elemento que puede contrarrestar los estereotipos y evitar que los prejuicios marquen nuestras acciones, tomando en cuenta que todos somos diferentes.
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