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Introducción
Dos exámenes en la misma semana, tres entregas pendientes y, además, un trabajo a tiempo parcial. Para muchos estudiantes en España y América Latina, esta situación es parte de la rutina. La presión aumenta aún más cuando llega el momento del TFG. Solo pensar en cómo escribir un TFG paso a paso genera ansiedad. Y la ciencia lo confirma: el estrés académico no es solo una sensación, tiene efectos medibles sobre la salud mental.
Lo que revela la investigación sobre el estrés estudiantil
Las cifras son claras. Según el estudio “La salud mental en el estudiantado de las universidades españolas”, publicado en 2023 por el Ministerio de Universidades, más del 50 % del estudiantado declaró haber necesitado apoyo psicológico por estrés, ansiedad u otros problemas de salud mental en el último trimestre. Entre los síntomas más frecuentes figuran el insomnio, la falta de concentración y la sensación constante de nerviosismo.
En América Latina la situación es parecida. En México, un informe de la Asociación Nacional de Universidades mostró que casi el 60 % de los estudiantes sufre regularmente altos niveles de presión académica, especialmente quienes deben compaginar las clases con un empleo.
Causas del alto nivel de estrés universitario
Las fuentes del estrés son múltiples: exámenes, trabajos escritos, proyectos finales, empleo y dificultades económicas. La falta de organización lo agrava aún más. No contar con un esquema TFG claro puede llevar a acumular apuntes durante semanas sin empezar a escribir.
Lucía, estudiante en Sevilla, lo resume así: «Tenía más de 50 páginas de notas, pero ninguna estructura. El tiempo se me echó encima y apenas dormía». A ello se suman las expectativas de la familia y del profesorado, que incrementan la presión.
Consecuencias para la salud mental
El estrés mantenido en el tiempo afecta al bienestar emocional. Puede derivar en ansiedad, depresión o incluso burnout. También aumenta el riesgo de abandono académico.
La falta de claridad en los objetivos es un detonante frecuente. Cuando un tutor propone un ejemplo de objetivos de un TFG, para algunos sirve de guía, pero para otros se convierte en motivo de mayor inseguridad. Esa ambigüedad alimenta la frustración y la desmotivación.
Estrategias para afrontar el estrés
Aunque inevitable en ciertas fases, el estrés puede manejarse mejor. Algunos estudiantes recurren a la técnica Pomodoro, otros a horarios fijos o a breves pausas tras cada hora de estudio. Las rutinas aportan orden: listas de tareas, grupos de estudio, planificación semanal.
Un problema recurrente es la página en blanco. Superar un bloqueo —cómo superar el bloqueo al escribir el TFG— no siempre requiere grandes pasos: basta con redactar un párrafo, explicar la estructura en voz alta o pedir retroalimentación a compañeros. Hábitos básicos como dormir lo suficiente, hacer ejercicio o cuidar la alimentación también ayudan a reducir la tensión.
Además, casi todas las universidades en España cuentan hoy con servicios de atención psicológica gratuitos o de bajo coste para su estudiantado. Estos programas ofrecen apoyo frente a la ansiedad, la depresión o el estrés académico. Un ejemplo es la Unidad de Escucha y Acompañamiento de la Universidad Autónoma de Madrid, que pone a disposición de los estudiantes un servicio de apoyo psicológico y acompañamiento en momentos de dificultad.
Herramientas digitales y apoyos
La tecnología se ha vuelto parte del día a día académico. Muchas personas utilizan calendarios digitales, Notion, Zotero o aplicaciones de meditación. El uso de IA para trabajos universitarios empieza a jugar un papel creciente, ofreciendo propuestas de estructura o mejoras de estilo. Sin embargo, conviene verla como un apoyo y no como sustituto.
Plataformas como StudyTexter.es ilustran cómo puede funcionar una solución para la escritura académica: asistencia en redacción y organización, siempre en combinación con la investigación y el pensamiento propio del estudiante.
Una mirada más amplia: estrés y sistema educativo
El estrés académico no es un problema individual, refleja también fallas estructurales. En España, algunas universidades han introducido evaluaciones continuas para aliviar la presión de los exámenes finales. En América Latina se debate el refuerzo de los servicios de apoyo psicológico y de acompañamiento académico.
En paralelo, continúa la discusión sobre las nuevas tecnologías. Mientras que algunos ven en las herramientas de IA para TFM una oportunidad para reducir la carga de trabajo, otros advierten que pueden limitar la capacidad de los estudiantes para resolver problemas de manera autónoma.
Conclusión
El estrés académico es real, está documentado y afecta a la mayoría del estudiantado. No solo pone en riesgo el rendimiento, también impacta directamente en la salud mental.
La metodología —cómo hacer la metodología de un TFG— sigue siendo una tarea insustituible del propio estudiante. Las herramientas digitales pueden acompañar, pero nunca reemplazar el análisis crítico ni la construcción de argumentos.
En última instancia, la pregunta es más amplia: ¿Queremos universidades que premien la rapidez o universidades que fomenten el pensamiento crítico?