La cultura náhuatl es una de las más influyentes en la historia de México. A través de los siglos, sus tradiciones han permeado en la vida cotidiana, la gastronomía, la medicina y las festividades. A pesar de la colonización y la globalización, muchas de sus prácticas aún se conservan, demostrando la riqueza y resiliencia de este pueblo indígena.
A continuación, se presentan cinco costumbres que, lejos de desaparecer, siguen siendo parte del día a día en muchas comunidades y en la identidad mexicana.
Contenido
1. El uso del temazcal como ritual de purificación
El temazcal es un baño de vapor con raíces prehispánicas que continúa utilizándose tanto con fines medicinales como espirituales. Se trata de una pequeña estructura cerrada, generalmente construida con piedra o adobe, donde se introducen piedras volcánicas previamente calentadas al rojo vivo. Al verter agua con hierbas medicinales sobre ellas, se genera vapor, creando un ambiente que favorece la desintoxicación del cuerpo.
Más allá de sus beneficios físicos, el temazcal tiene una profunda carga simbólica. Se le considera un espacio de renacimiento, un vientre materno donde las personas se purifican y renuevan su energía. En la actualidad, es común encontrar temazcales en pueblos indígenas, pero también en centros de bienestar y spas urbanos que buscan rescatar esta tradición ancestral.
2. El náhuatl en la lengua cotidiana
A pesar de que el español es el idioma predominante en México, el náhuatl sigue vivo en muchas comunidades y ha dejado una huella imborrable en el habla cotidiana. Palabras como chocolate, tomate, aguacate, coyote y mezcal tienen su origen en esta lengua, lo que demuestra su impacto en la vida diaria.
Además, en varios estados de la república, como Puebla, Veracruz, Guerrero y Morelos, el náhuatl sigue siendo el idioma materno de miles de personas. Incluso en la Ciudad de México, aún se pueden escuchar frases en este idioma, especialmente en mercados y zonas con una fuerte presencia indígena.
El interés por preservar el náhuatl ha crecido en los últimos años, con iniciativas gubernamentales y comunitarias que buscan promover su enseñanza en escuelas y espacios culturales. Así, esta lengua ancestral continúa evolucionando y adaptándose a los tiempos modernos.
3. El respeto a la naturaleza y el concepto de «Madre Tierra»
Los náhuatl tenían una relación profundamente espiritual con la naturaleza, considerándola sagrada y digna de respeto. Creían en el equilibrio entre los seres humanos y su entorno, y practicaban una agricultura sustentable que permitía la regeneración de los suelos.
Este respeto se ve reflejado en prácticas como la milpa, un sistema agrícola basado en la siembra conjunta de maíz, frijol y calabaza, que permite aprovechar los nutrientes del suelo de manera eficiente. También en rituales de agradecimiento a la tierra, como las ofrendas de copal y semillas.
En la actualidad, el concepto de la Madre Tierra sigue presente en muchas comunidades indígenas, donde se realizan ceremonias para pedir permiso antes de sembrar o cosechar. En tiempos de crisis ambiental, esta cosmovisión cobra aún más relevancia, inspirando movimientos ecológicos que buscan un equilibrio entre el desarrollo y la conservación del planeta.
4. La medicina tradicional basada en hierbas y rituales
Antes de la llegada de los españoles, los náhuatl contaban con un sistema médico avanzado basado en el conocimiento de las propiedades curativas de las plantas. A través de generaciones, los curanderos y tlamatini (sabios) transmitieron su saber sobre hierbas medicinales, ungüentos y rituales de sanación.
Actualmente, esta tradición sigue viva en muchas comunidades rurales, donde la medicina herbolaria es la primera opción para tratar enfermedades comunes. Plantas como el epazote, el árnica, la ruda y la manzanilla son ampliamente utilizadas para aliviar malestares digestivos, inflamaciones y problemas respiratorios.
Además, prácticas como la limpia energética, donde se utilizan ramas, huevos o copal para eliminar las malas vibras, siguen siendo populares no solo en comunidades indígenas, sino también en ciudades, donde muchas personas buscan alternativas holísticas para el bienestar.
5. La celebración del Día de Muertos como un vínculo con los ancestros
El Día de Muertos es una de las festividades más emblemáticas de México y tiene raíces profundas en la cultura náhuatl. Para este pueblo, la muerte no significaba el final, sino una transición hacia otra etapa de la existencia. Creían que los difuntos continuaban formando parte de la comunidad y debían ser honrados con ofrendas y rituales.
El concepto del Mictlán, el inframundo donde las almas emprendían un largo viaje, influyó en la forma en que se celebra hoy en día el Día de Muertos. Elementos como el cempasúchil, el copal, el pan de muerto y las calaveras de azúcar provienen de estas antiguas tradiciones.
Aunque la festividad ha evolucionado con el tiempo, su esencia sigue intacta. Cada 1 y 2 de noviembre, familias de todo el país colocan altares para recordar a sus seres queridos, manteniendo viva una costumbre que refuerza el sentido de identidad y conexión con el pasado.
Las costumbres náhuatl no solo forman parte del legado histórico de México, sino que siguen influyendo en la vida actual. A través de la lengua, la medicina, la relación con la naturaleza y las festividades, este pueblo indígena continúa dejando su huella en la identidad nacional. Preservarlas no solo es un acto de reconocimiento hacia nuestros antepasados, sino también una manera de valorar la riqueza cultural que define a México.