Por desgracia desde hace ya dos campañas el precio del aceite de oliva se ha disparado en el mundo. Las subidas medias superan ya el 70%!
Y es que hemos pasado de quejarnos los productores de tener precios demasiado bajos, comparado con productos como el vino, a tener que aplicar precios “disparatados”.
Y no es que el aceite de oliva virgen extra de calidad no lo valga, el problema es que el consumidor se siente “violentado” al pasar de repente de los 10-12 euros por una botella de 500ml a los…¡18-20 euros!
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Cambio climático
La razón es sencilla, si en el 2020 España produjo más de la mitad del aceite de oliva mundial, con más de 1.2 millones de toneladas, en las dos últimas cosechas apenas se llegó a las 500.000 toneladas.
Esto ha hecho que, por una parte, el productor reparta sus gastos fijos en menos de la mitad de las unidades vendidas, y, por otra parte, la escasez de producto provoca automáticamente una subida de precios por la parte compradora.
Futuro del aceite de oliva
Mucho nos tememos que la sequía y el calor han llegado para quedarse… ☹ Y es que incluso la floración del olivo durante los meses de marzo-abril se ha visto afectada por el calor inusual.
La parte buena ante la adversidad es que las soluciones creativas para dar de beber a los olivos también florecen, y son muchas las patentes ya en los últimos tiempos para optimizar el consumo de agua.
De todas formas, no parece probable que en el corto plazo se recuperen los niveles de producción anterior al 2020, y los precios altos también hayan llegado para quedarse.
Paradójicamente también, el aceite Virgen Extra de calidad, como Oro del Desierto, Palacio de los Olivos, Oro Bailén y muchos otros se han adaptado mejor a las circunstancias y no han subido tanto los precios como el aceite de oliva del “súper”.
Los productores de AOVE de calidad disponían ya en general de mejor equipamiento y acceso al agua. Del mismo modo, sus márgenes comerciales son superiores por lo que pueden amortiguar mejor las tensiones comerciales.
Cisma en el mercado
El resultado es que actualmente comprar aceite de oliva se ha convertido en una tarea harto complicada. El comprador “de calle” de siempre ya no puede permitirse aceite de oliva de la gran superficie a 10 euros/botella y se pasa a alternativas más baratas, como los aceites de semillas, en particular el de girasol.
Estos aceites sustituyen sin problemas al aceite de oliva para cocinar y freír, pero sin duda no pueden competir con el aceite de oliva en crudo para ensaladas y verduras.
Aunque, debemos decir que tampoco el consumidor lo notará demasiado ya que los aceites de oliva que normalmente abastecían las grandes superficies, incluso los Virgen Extra, no suelen ser de calidad. Tienen un aroma y sabor mediocres, debido a la presión constante en las últimas décadas sobre el productor para suministrar un producto lo más barato posible.
Por ello, muchos productores de las grandes superficies se han quedado literalmente sin mercado y han tenido que cerrar.
En cambio, el consumidor de AOVE de calidad, que no quiere renunciar a esos aromas y sabores tan especiales, y dispuesto a asumir los nuevos precios, seguirá teniendo producto.
El aceite de oliva, a las malas ciertamente, se ha convertido paradójicamente de la noche al día “a la fuerza”, en el producto Gourmet que siempre mereció ser, pero ya no al alcance de todos.